Carnicas Mulas
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31/08/2018
El bao, un visitante que ha llegado para quedarse
Bao, el bocado más ‘trendy’ llegado de Asia con corazón salmantino
En la cárcel, entre otras cosas porque nadie está por propia voluntad, cabe la posibilidad de formalizar extrañas amistades. En una prisión genovesa, allá por los años finales del siglo XIII, coincidieron dos personajes: el uno, Marco Polo, dispuesto a contar las historias que había vivido -más lo que quisiera añadir de propia cosecha-; el otro, Rustichello de Pisa, con talento para la escritura y con voluntad de ponerse a ello. Entre lo que uno relataba y el otro fue apuntando surgió un libro al que titularon ‘Il milione’ y que a España llegó como ‘Los viajes de Marco Polo’. En él, entre lo cierto y lo inventado, se plasma una fascinación por las culturas asiáticas. Este libro, de esto sí hay certeza, fue leído por Cristóbal Colón quien también quiso llegar a tierras asiáticas aunque navegando hacia occidente. Lo cierto es que la relación entre aquellos mundos y estos data de antiguo y que, por ejemplo en la gastronomía, son muchos los productos que desde allá llegaron a nuestras cocinas, nunca como ahora la relación fue tan fuerte. Claro, contamos con muchos más medios para que así sea y, por ello, la influencia asiática en la alimentación actual no para de crecer. Cada vez nos encontramos con restaurantes con ambiente y platos de diversos países asiáticos, lo que nos ha permitido familiarizarnos con formas, ingredientes y platos propios de aquellos mundos. Uno de los últimos visitantes ha sido el ‘bao’, y que ha venido para quedarse, una especie de panecillo de origen chino -aunque el origen concreto se lo disputan otros países del entorno como Taiwan- cuya característica fundamental es que se hace al vapor por lo que su textura es mucho más jugosa que la del pan local. Como contrapartida, el bao hay que comerlo al momento de hacerlo porque tarda muy poco en quedar como un chicle. Se le suele dar una forma ovalada que permite ‘embocadillar’, ese es su sentido, lo que pretendamos comer con sus correspondientes salsas.
En sus más de doscientos años, en las tiendas de Cárnicas Mulas hemos visto la evolución en los usos y costumbres gastronómicos. Una de las razones para una trayectoria tan larga ha sido la capacidad para ofrecer el mejor producto adaptado a los tiempos que iban corriendo. Ahora no es diferente. Nuestras carnes son también el mejor relleno para complementar estos bocados tan de moda. Sirva como ejemplo el pollo que ofrecemos en nuestros establecimientos, un pollo criado en nuestra tierra y alimentado de forma natural con trigo y cebada. Nos servirá, por ejemplo, para elaborar un bao con pollo a la parrilla, salsa teriyaki, cebolla verde y semillas de sésamo.
Que no nos asuste el nombre: su preparación no es tan difícil. Para la elaboración de la salsa teriyaki necesitamos evaporar el alcohol del vino en una cazuela. Una vez conseguido, añadimos salsa de soja, jengibre en polvo y azúcar moreno. En un vaso, sin olvidar remover de vez en cuando el contenido de la cazuela, disolvemos por completo almidón de maíz en agua y lo sumamos a la cazuela. Con ello lograremos el justo punto de espesor de la salsa que estará dispuesta para acompañar a las tiras de pollo y a la cebolla para rellenar esos baos desconocidos hasta antes de ayer.
En sus más de doscientos años, en las tiendas de Cárnicas Mulas hemos visto la evolución en los usos y costumbres gastronómicos. Una de las razones para una trayectoria tan larga ha sido la capacidad para ofrecer el mejor producto adaptado a los tiempos que iban corriendo. Ahora no es diferente. Nuestras carnes son también el mejor relleno para complementar estos bocados tan de moda. Sirva como ejemplo el pollo que ofrecemos en nuestros establecimientos, un pollo criado en nuestra tierra y alimentado de forma natural con trigo y cebada. Nos servirá, por ejemplo, para elaborar un bao con pollo a la parrilla, salsa teriyaki, cebolla verde y semillas de sésamo.
Que no nos asuste el nombre: su preparación no es tan difícil. Para la elaboración de la salsa teriyaki necesitamos evaporar el alcohol del vino en una cazuela. Una vez conseguido, añadimos salsa de soja, jengibre en polvo y azúcar moreno. En un vaso, sin olvidar remover de vez en cuando el contenido de la cazuela, disolvemos por completo almidón de maíz en agua y lo sumamos a la cazuela. Con ello lograremos el justo punto de espesor de la salsa que estará dispuesta para acompañar a las tiras de pollo y a la cebolla para rellenar esos baos desconocidos hasta antes de ayer.
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