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27/06/2019
Cómo conservar el jamón ibérico en verano
El jamón ibérico es una delicia en cualquier época del año. Sigue estos sencillos consejos para conservarlo en verano.
Tras meses de estar a Dios rogando, llegó el calor y llegó con el mazo dando. Ya, ya sabemos que no es exactamente así, pero tampoco está de más tomarse alguna licencia de vez en cuando y moldear un poco la literalidad del refranero. El caso es que sí, que de repente el termómetro ha subido a sus cotas más altas. ‘Más que nunca’, dicen algunos y parece que las estadísticas les dan la razón, que algo está ocurriendo en nuestro planeta que le lleva a calentarse. Hay quien achaca este calentamiento al factor humano; otros cuantos, piensan que, sin más, la Tierra ha tenido momentos de más frío y de más calor sin que el ser humano hubiera tenido responsabilidad alguna. También podría ser que nuestro planeta, tras años de sentirse maltratado, haya reaccionado como cualquiera de nosotros cuando nos tocan demasiado las narices y se haya calentado. En cualquier caso, es un hecho que tenemos por delante unos meses en los que -mucho o algo menos; lo llamemos ‘ola’ o simplemente entendamos que es lo natural, lo que toca por estas fechas- vamos a tener que sobrellevar el calor como podamos.
Sabido lo cual y después de haber procurado salvaguardarnos de los peores efectos de este calor, tenemos que preocuparnos de cómo, más allá de nuestro bienestar, nos afecta el aumento de temperatura en el día a día. Y una de las cuestiones que nos preocupa es la de la conservación de los alimentos. Tenemos claro, es pura química, que el aumento de la temperatura incentiva y precipita las reacciones químicas de forma que los procesos son más cortos: esto sirve para entender que la comida dura menos tiempo, que hay que asegurarse de que se guarda en las condiciones ideales. Ocurre con las carnes frescas, tenemos claro que, en estas condiciones de temperatura, la carne fresca aguanta muy poco tiempo fuera del frigorífico; pero también con las curadas como con ese emblemático jamón ibérico. ¿Qué hacemos con él para que no pierda ni una de esas cualidades que lo convierten en inigualable? Esta pregunta nos la hemos hecho una y mil veces en Cárnicas Mulas . No de forma retórica, no para hacerla y dejarla en el aire, sino para ir aprendiendo a cuidar al más genuino de nuestros alimentos. Pues bien, primera cuestión a tener clara: tenemos que buscar un lugar fresco y seco -una temperatura por debajo de los 24 grados sería suficiente- y, sobre todo, en el que los rayos de sol no le percutan directamente. Es importante, también, que a la parte ‘cortada’ del jamón no le llegue la luz y que esté lo más hidratada posible. ¿Cómo lo hacemos? Cubriéndola con una capa de tocino del cortado previamente. Tocino aún blanco, sin que el amarillo de rancio le haya hecho mella. Y un último consejo: si es posible, mejor colgado y en un lugar donde corra un poco el aire.
Ahora bien, si el ibérico adquirido en Cárnicas Mulas ya está loncheado, procure conservarlo en el frigorífico cubriendo toda la superficie bien cubierta para que no le dé el aire. Después, a la hora de tomarlo, para que el frío de la nevera no le reste sabor, conviene sacarlo un rato antes del consumo para que el manjar tome la temperatura ambiente.
El exceso de calor no es bueno para nosotros ni para el jamón ibérico, pero juntos lo llevaremos mucho mejor.
Sabido lo cual y después de haber procurado salvaguardarnos de los peores efectos de este calor, tenemos que preocuparnos de cómo, más allá de nuestro bienestar, nos afecta el aumento de temperatura en el día a día. Y una de las cuestiones que nos preocupa es la de la conservación de los alimentos. Tenemos claro, es pura química, que el aumento de la temperatura incentiva y precipita las reacciones químicas de forma que los procesos son más cortos: esto sirve para entender que la comida dura menos tiempo, que hay que asegurarse de que se guarda en las condiciones ideales. Ocurre con las carnes frescas, tenemos claro que, en estas condiciones de temperatura, la carne fresca aguanta muy poco tiempo fuera del frigorífico; pero también con las curadas como con ese emblemático jamón ibérico. ¿Qué hacemos con él para que no pierda ni una de esas cualidades que lo convierten en inigualable? Esta pregunta nos la hemos hecho una y mil veces en Cárnicas Mulas . No de forma retórica, no para hacerla y dejarla en el aire, sino para ir aprendiendo a cuidar al más genuino de nuestros alimentos. Pues bien, primera cuestión a tener clara: tenemos que buscar un lugar fresco y seco -una temperatura por debajo de los 24 grados sería suficiente- y, sobre todo, en el que los rayos de sol no le percutan directamente. Es importante, también, que a la parte ‘cortada’ del jamón no le llegue la luz y que esté lo más hidratada posible. ¿Cómo lo hacemos? Cubriéndola con una capa de tocino del cortado previamente. Tocino aún blanco, sin que el amarillo de rancio le haya hecho mella. Y un último consejo: si es posible, mejor colgado y en un lugar donde corra un poco el aire.
Ahora bien, si el ibérico adquirido en Cárnicas Mulas ya está loncheado, procure conservarlo en el frigorífico cubriendo toda la superficie bien cubierta para que no le dé el aire. Después, a la hora de tomarlo, para que el frío de la nevera no le reste sabor, conviene sacarlo un rato antes del consumo para que el manjar tome la temperatura ambiente.
El exceso de calor no es bueno para nosotros ni para el jamón ibérico, pero juntos lo llevaremos mucho mejor.
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